Ojos de Pontil (Rueda de Jalón)

En Rueda de Jalón (Zaragoza) hay un sorprendente paraje natural conocido como los Ojos de Pontil. Es un humedal con gran valor ecológico y además está considerado Lugar de Interés Geológico de Aragón. Sin embargo, hace dos décadas estaba seriamente amenazado.

Fue la Asociación en Defensa de la Naturaleza Ojos de Pontil quien se puso a trabajar para recuperar y conservar este singular espacio natural, una tarea que fue apoyada por el Ayuntamiento de la localidad.

Gracias a su entusiasmo y a la colaboración de l@s vecin@s, se ha conseguido un perfecto equilibrio entre las necesidades humanas y la naturaleza. Porque, como siempre se ha hecho, las aguas de Los Ojos de Pontil siguen regando las huertas y campos de los alrededores.

En este rincón de Valdejalón el agua y la vegetación conforman un ecosistema lleno de vida. Así que deja que la calma te inunde mientras los árboles cantan con los pájaros y el viento.

Rueda de Jalón es un pueblo de la comarca de Valdejalón situado a 40 minutos de Zaragoza. Lo primero que verás al acercarte por la carretera serán los restos de la gran fortaleza árabe (s.IX) con «Las Hermanicas» (s.XIV), dos torres vigías situadas en lo alto del macizo yesoso.

La parada en Rueda es obligada, ya que los Ojos de Pontil están en un recinto cerrado y necesitas una llave para poder entrar. De esta forma pueden controlar mejor el aforo y tú tienes una buena razón para conocer el pueblo.

Nosotros fuimos un domingo y acudimos directamente al Teleclub de Rueda de Jalón para recoger la llave. Para encontrar el bar del pueblo sólo tienes que girar hacia la derecha cuando llegues al edificio de las escuelas y unos metros más adelante verás el letrero del Teleclub.

Una vez que tengas la llave sólo hay que volver a la carretera A-2304 y seguir en dirección Lumpiaque, ya que el humedal está a 1km de Rueda. Justo después de cruzar las vías del tren verás la valla y el portón de entrada, y allí mismo hay una zona gratuita de parking.

El humedal de Los Ojos de Pontil ocupa ya unas 10 hectáreas y está formado por un conjunto de manantiales termales llamados «ojos». El agua que emerge por ellos está a una temperatura de 22.4 ºC y no proviene del cercano río Jalón, sino del drenaje de las aguas subterráneas que bajan del Somontano del Moncayo.

El itinerario está señalizado y consiste en una serie de senderos (cubiertos de hierba ahora en primavera), caminos hechos con tablas de madera y puentecillos que cruzan los distintos canales.

A lo largo del recorrido encontrarás un pequeño centro de interpretación con una exposición, paneles informativos sobre la flora del lugar y dos observatorios de aves. También se puede ver el antiguo lavadero, donde las mujeres de Rueda venían a lavar aprovechando que tenían agua calentita en invierno.

En el paisaje predominan gramíneas como el carrizal y las aneas, plantas acuáticas y algunos tipos de algas que crecen en las zonas donde no emerge el agua. También verás tamarices, chopos, sauces y árboles del paraíso con sus flores blancas, que fueron plantados por agricultores de la zona.

Entre las plantas que más nos llamaron la atención fueron unos preciosos lirios amarillos (Iris pseudacorus) que son poco frecuentes en territorio aragonés y cuya floración se produce entre abril y julio.

Pero la reina de los Ojos de Pontil es una enorme higuera que da sombra a un banco y lo convierte en el rincón más tranquilo del lugar (si no tienes niñ@s cerca, claro 😅).

Los Ojos de Pontil sirven de dormidero a muchas aves y sus carrizales les dan refugio durante los meses fríos y la época de cría. Algunas de las especies que viven aquí son la polla de agua, la garza real o rapaces como el cernícalo, por poner un ejemplo.

El agua de los ojos y sus canales es tan clara y limpia que podrás ver renacuajos, barbos y peces de distintos tamaños que sirven de alimento a las aves que pasan por el humedal.

Nuestra visita a Los Ojos de Pontil duró unas dos horas incluyendo el rato que estuvimos almorzando en uno de los merenderos (uno de ellos está cubierto) que hay en el recinto.

A  peques les encantó la excursión. Disfrutaron un montón explorando los senderos, subiendo a la torre de observación y buscando las plantas que aparecían en los paneles. Encontraron setas, nidos de pájaro y observaron con atención a los peces y a todos los bichitos que nos fuimos encontrando.

Pero lo que nunca olvidarán será la culebrilla que se cruzó en su camino, toda una sorpresa que aprovechamos para recordarles la importancia de respetar la naturaleza.